Invitados de honor

domingo, 28 de diciembre de 2008

La Caja China, de Fernando Ortiz


El último libro de 2008, con éste cierro el año. Cogido al azar de la pequeña biblioteca de Mijas, sin saber si era una novela, un ensayo, o un poemario. Sin saber siquiera quién es Fernando Ortiz.

Fernando Ortiz nació en Sevilla en 1947. Poeta, ensayista, articulista, crítico literario. Ha ejercido la crítica en La Estafeta Literaria, Ínsula y El País y ha sido columnista de Diario 16 de Andalucía y colaborador asiduo en la prensa andaluza. En los años ochenta fue miembro de la Asociación Española de Críticos Literarios y jurado de los Premios Nacionales de la Crítica.
Me sabe mal estar tan desinformada... Su nombre no me sonaba de nada en absoluto. Eso sí, todos sabemos quiénes son Belén Esteban y la Campanario.

Quiero recomendar este libro porque es un remedio contra la desinformación. Una recopilación de artículos que viene a ser una guía de personalidades, de talentos a descubrir, o quizá redescubrir. Unas páginas amarillas de la poesía hispana. Un libro para ir descubriendo, persona a persona, una serie de poetas excepcionales.
Desde la amistad y el recuerdo entrañable, va sumergiéndonos en su círculo, presentándonos a sus colegas y respectivas obras vitales. Nos encontramos invitados en sus casas o en un confortable café Gijón, charlando de poesía y poetas, hablando de Unamuno, Cernuda, Borges, Machado, Juan Ramón Jimenez…
Otros de los artículos son retratos de la vida, cargados de miradas de reojo a la niñez y de madura sabiduría. Textos que evocan Andalucías de escritores y musas de ondas morenas y ojos aceitunados. Andalucías no como las de ahora, de droga y miseria, de profesores impotentes y ausente literatura. Textos que ofrecen una visión de la tierra y sus gentes, que en su día fuera realista y que hoy, por desgracia, parece romántica y bucólica.

Durante toda la lectura nos acompaña el olor de la tierra húmeda, la luz de Sevilla en primavera, el sosiego otoñal, el frescor de los jardines.
Es un libro para leer sentado en una agradable terraza, perdiendo el tiempo, mirando pasar las nubes.

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