Decía el escritor y periodista Gonzalo Figueroa, en uno de sus artículos en el diario de Cádiz, que las marchas exhibicionistas por el orgullo gay (copio textualmente) le producen repelencia y una dosis importante de vergüenza ajena. Que para una mayoría de heterosexuales, las manifestaciones de esa calaña perjudican la imagen del activista serio por lo que tienen de ostentosas, arrogantes y groseras. Y agrega que si se reemplaza la seriedad elegante por la vulgaridad, arriesgan que ésta les devuelva al gueto.
Sin embargo, en el carnaval, miles de heterosexuales se zambullen en la vulgaridad y la grosería, sin peligro de que nadie les devuelva a ningún gueto. O acaso no se disfrazan multitud de hombres de mujer, se ponen tetas postizas, ligueros, medias y maquillaje, y se levantan las faldas para enseñar las bragas? Y las mujeres? Se congratulan en exhibirse prácticamente desnudas, del mismo modo que los gays en sus cabalgatas, meneando éstas sus traseros y senos, por decirlo finamente, hasta más no poder.
Por qué tienen que avergonzarse unos y no otros? Porque unos son homosexuales y los otros “normales”, claro.
En otro artículo se hace eco de que un semanario arzobispal mexicano sostuvo en uno de sus números que “las mujeres con fuertes convicciones religiosas… están más satisfechas sexualmente que las ateas que además tienden a la promiscuidad y acaban practicando la infidelidad”.
En mi opinión están más satisfechas porque no conocen otra cosa! Por no mencionar que dudo mucho de la sinceridad de sus declaraciones, que seguramente serían ante un hombre y siempre teniendo en cuenta que las mujeres muy religiosas no hablarán tranquilamente de estas cosas, cuanto menos alegremente y sin tapujos.
La promiscuidad puede deberse implemente a que no te veas obligada a permanecer atada de por vida a un hombre que puede fácilmente ser un gañan misógino e insensible, como les ha pasado a muchas con fuertes convicciones religiosas. Dejar al impresentable por otro ya es considerado promiscuidad por la iglesia.
En cuanto a que las ateas acaban practicando la infidelidad... no tengo datos estadísticos, pero dudo bastante de que eso sea verdad pero teniendo en cuenta que para la iglesia todas las ateas somos poco menos que unas adoradoras del demonio y sus prácticas...
Y de los hombres no tiene el arzobispado nada que decir, verdad? Qué cosas.
Y simultáneamente Gonzalo Figueroa se entera de que una joven y brillantísima astrónoma norteamericana, destinada en Chile y sin ninguna experiencia en el sexo decidió practicar con el modestísimo limpiador del local (no sé a qué viene tanto entusiasmo por la calidad de las respectivas profesiones o niveles sociales). Sus altos ingresos le permitieron comprar los servicios del humilde chilenito llevándoselo consigo a USA. Con ello -dice el señor Figueroa- rompió la convivencia matrimonial del trabajador, que dejó mujer y dos hijos.
Ay, si, pobre chilenito trabajador, la culpa sin duda fue de la malvada norteamericana de alto poder adquisitivo. En ningún caso el hombre se vendió y dejó atrás familia por gusto. De hecho la astrónoma le puso una pistola en la cabeza para practicar el sexo. Maldita bruja rompe-matrimonios…
Anda que no se le nota por dónde cojea al señor Figueroa