Invitados de honor

viernes, 6 de julio de 2012

Al Faro, de Virginia Woolf


Hace semanas que leí Al Faro, de Virginia Woolf, y ahora estoy leyendo algunos de sus diarios y en ellos se comenta el aspecto autobiográfico de la obra, en la que los señores Ramsay son fiel reflejo de los caracteres de los señores Stephen, los padres de la escritora.
Esta novela nos muestra de forma cuidadosamente sutil y descriptiva la vanidosa generosidad y amorosa sumisión de la señora Ramsay, la egoísta necesidad de ánimos y lisonjas del señor Ramsay, la sublevación de Lily Briscoe, la petulancia del señor Tansley. Como siempre, en su estilo poético y sensible, indaga en la psicología . Un poema psicológico, así describió la novela su marido, Leonard Woolf.
Virginia Woolf una vez más escribe de forma experimental y juega con los tiempos y el desarrollo de la acción mediante la vida interior y las percepciones y reflexiones de los personajes. Nos divide la acción en tres etapas: La Ventana, Pasa el Tiempo, El Faro.

En la primera parte podemos observar una estampa vacacional, la casa está llena de vida, los Ramsay tienen muchos hijos que rebullen por las habitaciones, las excursiones, las cenas y los invitados se suceden. Se habla de ir al faro y en el transcurso de esa conversación muchos personajes desfilan ante nuestra mirada.
En la parte central la casa está vacía y en estado de casi abandono, me parece que la Nada de la Historia Interminable está devorando las estancias, la ruina, el viento y sus secuaces, las malas hierbas, el polvo, los ratones, se han adueñado de la mansión y nada queda de la vivaz algarabía familiar.
"Nada rebullía en el salón, ni en el comedor, ni en la escalera. Nada más que aquellas rachas desprendidas del cuerpo del viento se filtraban sigilosamente por las esquinas y se aventuraban al interior haciendo crujir los goznes herrumbrosos y las molduras hinchadas por la humedad del mar. Hay que tener en cuenta que la casa estaba tan destartalada. Casi podía uno imaginarse aquellas ráfagas sutiles penetrando en el salón, investigándolo todo, fisgándolo todo, jugueteando con un jirón suelto del papel de la pared, preguntándose cuánto tiempo duraría colgado de allí, cuándo se desprendería del todo. Se refregaban sutilmente contra las paredes, las recorrían cavilando, como queriendo preguntarle a las rosas rojas y amarillas estampadas en el papel cuándo se marchitarían, examinando -sin prisa, porque tenían todo el tiempo por suyo- las cartas rotas tiradas a la papelera, las flores, los libros, todo lo que se ofrecía a su examen, interrogando a cada cosa para saber si era su aliada o su enemiga, para saber cuánto tiempo iba a durar allí."
Los bichitos del polvo, en la película Mi Vecino Totoro


En El Faro, la última parte del libro, tenemos a Lily Briscoe, uno de los personajes más importantes para mí, haciendo una revisión del transcurso del tiempo, de los caracteres, de las decisiones tomadas, tratando de terminar un cuadro... Y al señor Ramsay con sus hijos viajando en barca al faro, los hijos rebelándose contra el temperamento del padre, y el padre revelándose a los hijos. Pero no quiero revelar, valga la redundancia, los puntos que van aflorando aquí y allá en el simbolismo de este libro. Esto es algo que cada uno debe leer y conservar para sí.
Ojalá leáis a Virginia Woolf y conectéis con ella del modo en que lo vengo haciendo yo.



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